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sábado, 6 de noviembre de 2010

La llegada de Luis XVI al trono hizo pensar en grandes reformas del reino, pero su falta de carácter, las intrigas de su corte y la oposición de los nobles le impidieron llevar a cabo las reformas necesarias. En cuanto a política exterior tuvo más éxito, debilitando a Inglaterra y manteniendo la paz en Europa.
Luis XVI (1754-1793) fue el último rey absoluto de Francia. El fin trágico de su reinado y el triunfo de la Revolución Francesa a continuación, han convertido a Luis XVI en último representante de un tipo de Régimen, lo que los revolucionarios llamaban el Antiguo Régimen, a pesar de que tras la derrota de Napoleón los Borbones retornaron por varias décadas al trono francés. Pero, de hecho, la situación de Francia ya nunca sería la misma a la que había en 1789, cuando comienza la Revolución.

Los sucesivos intentos de Luis XVI por sanear la hacienda fueron fracasos rotundos, hasta el extremo de que el rey tuvo que convocar la Asamblea de Notables para solicitar impuestos a la nobleza en 1787, pero esta se negó rotundamente. Intentando atajar la negación de los nobles, Luis convocó los Estados Generales en 1789, algo que ningún rey hacía desde 1614. Su intención era trasladar mayor poder al Tercer Estado para poder sacar adelante su política económica, pero resultó ser demasiado tarde. De tal modo que las clases más desfavorecidas por la bancarrota, incapaces de esperar más, desataron la Revolución Francesa.Los acontecimientos se precipitaron rápidamente, y el Tercer Estado, autoerigido en Asamblea Nacional, tomó como objetivo lograr la soberanía popular. Asustado por los acontecimientos, Luis intentó hacerse con el control de la Asamblea, pero a través del Juramento del Juego de la Pelota, sus líderes se negaron a acatar la autoridad real hasta haber logrado una Constitución para Francia.
La situación se le iba de las manos al rey, que fue trasladado por los revolucionarios al Palacio de las Tullerías, prácticamente como un prisionero, aunque con los lujos de su condición.
Luis intentó escapar de Francia hacia Bélgica en 1791, y solicitó la intervención de las potencias europeas para la conservación de la monarquía absoluta en Francia. Durante su huida, él y su familia fueron capturados en Varennes, y trasladados de vuelta a Paris, donde vivieron bajo arresto. En 1792, el manifiesto de Brunswick, por el cual el Duque de Brunswick amenazaba con invadir Francia con tropas prusianas si no se liberaba al rey, fue la prueba definitiva que los revolucionarios radicales necesitaban para acusar al rey Luis XVI de atraer a los enemigos de la Revolución contra Francia. Juzgado por alta traición, Luis XVI fue guillotinado el 21 de enero de 1793. Poco después le siguió su esposa, Maria Antonieta, el 16 de Octubre del mismo año.

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